Hablar desde la mente: retos de una psicóloga.

Encontramos en la mente la desnudez del alma, el verdadero yo y los secretos que guardamos con tanto esmero. Encontramos también los muros que con delicadeza son derribados frente a palabras exclusivas, suaves y blandas al corazón.

Su nombre es Adriana, tiene 22 años de edad y cursa su último semestre de Psicología; cree firmemente en que todos podemos tener una mejor versión y que la salud mental debería ser tan relevante como la física.

Desde niña era habladora, carismática y como dice su mamá: “la que orquestaba la guachafita”. Y es por eso que, sus amigos y familiares, la buscan para un consejo tanto familiar como profesional.

Es una fiel creyente de la familia, el amor y la responsabilidad. Cuenta como su camino y su mismo comportamiento fue guiándola a estudiar lo que estudia y responde a cuidar y a ayudar a quienes serán sus pacientes.

Sus amigos la describen como una mujer enfocada, servicial y llena de cualidades; cosa que corresponde a lo que me cuenta de los pilares de su vida unión y familia. En definitiva, una mujer que sabe lo que quiere y para donde va.

Y siguiendo esta línea me cuenta algo que impacta: lo que más le molesta es la apatía, la falta de interés, porque cree en los pequeños cambios; es los que se hacen desde casa y desde lo más pequeño.

Y con esto trae a colación una de las frases más interesantes de la madre Teresa de Calcuta: “El que no vive para servir, no sirve para vivir”

Y una propia: “La diferencia, no debería chocar con la indiferencia” mostrando así la capacidad de construir de y para la comunidad.

Una mujer que apuesta por el cambio, la comunidad y el servicio. No lo dice nada más, lo demuestra, quienes la rodean lo saben y quienes no, lo perciben. Una mujer, que desde sí misma, busca un mejor futuro y un verdadero cambio.

"El que no vive para servir, no sirve para vivir"

Aquí una breve opinión de lo que piensan las personas cercanas a Adriana.